A medio camino entre un turismo familiar y un todoterreno se encuentra el Outback de Subaru. Este modelo deriva del Legacy (que no se comercializa en España), y da un muy buen equilibro entre sus prestaciones dentro y fuera de la carretera.
Es confortable, amplio, transmite seguridad a los ocupantes y los materiales dan sensación de calidad. El modelo más básico, con motor diésel de 150 caballos.
Este Outback supone la quinta generación del modelo, cuya última actualización databa de 2013.
Todas las versiones tienen tracción total, aunque según la caja de cambios que lleve, el sistema es diferente. En comparación con las alternativas similares de otras marcas que hay en el mercado, el Outback es un vehículo asequible. El Outback es más amplio y su equipamiento básico es mayor, aunque la altura libre al techo es normal, y sólo el Insignia Country Tourer tiene una carrocería más larga.
Interiormente, el habitáculo tiene gran altura para las dos filas de asientos. El maletero (imagen) tiene una capacidad de 510 litros, y el portón tiene un sistema de apertura y cierre automático a partir de las versiones Executive.
La rueda de repuesto es opcional, pero de serie va, bajo el suelo del maletero, un kit para reparar pinchazos. Tan solo hay dos versiones de motor: uno diésel de 150 CV y uno gasolina de 175 CV. La caja de cambios del diésel puede ser tanto automática como manual, pero con el motor de gasolina siempre es automática.
La versión diésel, en las pruebas por carretera, se muestra como un coche cómodo y bien aislado del suelo. Los 150 CV son una potencia algo limitada a la hora de realizar adelantamientos en carreteras de un solo carril por sentido, pero permiten mantener la velocidad en pendientes. Funciona bien a nivel de ruido y vibraciones, aunque su consumo es elevado. Las versiones automáticas tienen elementos propios que no están en el diésel de cambio manual.
Entre ellos está el dispositivo de seguridad que Subaru denomina “EyeSight”, formado por dos cámaras situadas en la parte superior del parabrisas. Sirven para detectar la presencia de otros vehículos, peatones u objetos inmóviles y ubicarlos en el espacio.
Este sistema funciona conjuntamente con la frenada precolisión (que actúa hasta 50 kilómetros por hora), el programador de velocidad activo o la alerta por salida involuntaria de carril. Otros elementos como las llantas de aleación de 17 pulgadas, los faros de ledes para luces cortas, el freno de estacionamiento eléctrico, calefacción en los asientos delanteros o la cámara trasera de ayuda al aparcamiento van de serie en todos los niveles de equipamiento, que pueden ser “Sport”, “Executive” o “Executive Plus”.